Es de vital importancia que iniciemos
la búsqueda de la armónica sintonía entre nuestro actuar y nuestro sentir, es
necesario atender y escuchar las genuinas necesidades del interior, ya que son
estas las que vislumbran el camino acertado en donde la FE puede manifestarse y
alejar por completo las tinieblas en las que nos sumerge el miedo, la ansiedad
y el temor. El temor entonces es el punto de referencia que nos alerta sobre el
peligro, la infelicidad y el sufrimiento y la FE genuina, aquella sensación de
confianza y de credibilidad en lo por venir. “Sin oposición no hay belleza”; es
la máxima que exalta la necesidad de los faros o puntos de referencia que guíen
nuestra vida… Hacia dónde? hacia la Fe o hacia el Temor,,, eso lo decidimos en
cada momento, en cada decisión, en cada pensamiento con el que alimentemos
nuestro ser interior.
El temor siempre nos pondrá en
posición de defensa; solo cuando experimentamos miedo nos preparamos para el
peligro, para el ataque; pero simultáneamente y de manera automática nuestro
sistema emocional y psíquico inicia la búsqueda de ambientes burdos, sutiles y
trascendentales que nos hagan sentir protegidos, y este proceso es únicamente
liderado por la más fina intuición de nuestro corazón, es decir por la FE; es
decir, que la FE es el sistema de respuesta más esencial y genuino que en última
instancia guía nuestra búsqueda de felicidad y armonía. Sin embargo este
proceso de posibilitar la permeabilidad de la FE solo ocurre en la plena
libertad del ser; cuando los condicionamientos gnoseológicos racionales han
sido reducidos o eliminados. Solo de esta manera puede operar y ser vivenciada
la Fe, porque sobra decir que esta no puede ser explicada en términos
analíticamente operacionales. Entonces la libertad nos da la posibilidad de
permitir que nuestra más íntima fe se incorpore en nuestros sentimientos, pensamientos
y actos y cuando lo más íntimo del ser sale a flote, sale a flote la dulzura de
un ser hecho para dar y recibir el amor.
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